Anoche soñé con vos. De nuevo. Enero, de nuevo. Me decías lo linda que me veías y que querías ir a dormir alguna noche a mi casa. Era exactamente lo que esperaba que me dijeras, en el sueño y tristemente en la realidad. Hasta cuándo carajo.
Y si te lo cuento no vas a preguntar de todos modos, para qué lo harías y para qué contarte. No vale la pena, ni una ni la otra, de nuevo. Al chile hasta cuándo.
enero 30, 2017
enero 20, 2017
La esquinita de la esperanza
Sé que hay adioses recurrentes. Es porque muy en el fondo una no quiere decir adiós y se acabó. No sé a qué quedarse con la esquinita de la esperanza, ni para qué o por qué, pero pasa.
Inicié el año plantándome, pero no del todo con vos. Me odié, te odié, por seguirle dando largas a esta vaina. Y por mi clara inutilidad para negarme a tus saludos y obviarte.
Pero aunque el mono de fuego siga jodiendo, le falta poco y a esto también. Primer paso hoy y la completa certeza de negarse a repetir vicios pasados similares. Aunque te enojés y amenacés con no volver a aparecer. Debo agradecértelo, desaparecer era mi intención pero la inutilidad me puede más, de nuevo.
Gracias, de verdad. Esperemos al gallo de fuego.
Inicié el año plantándome, pero no del todo con vos. Me odié, te odié, por seguirle dando largas a esta vaina. Y por mi clara inutilidad para negarme a tus saludos y obviarte.
Pero aunque el mono de fuego siga jodiendo, le falta poco y a esto también. Primer paso hoy y la completa certeza de negarse a repetir vicios pasados similares. Aunque te enojés y amenacés con no volver a aparecer. Debo agradecértelo, desaparecer era mi intención pero la inutilidad me puede más, de nuevo.
Gracias, de verdad. Esperemos al gallo de fuego.
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