De repente creés haber llegado. Sí, huele, parece, se siente, pero resultó que no. O no del todo. O sí pero ahí mejor no. Esas formas de ser, tan particulares, tan característica "de", no pasan desapercibidas, no pueden. Y entonces extrañás, ¡claro!, y recordás, mucho, y echás de menos. Y maldecís (¡viejas de mierda! ¡pendejas! ¡hipócritas! ...)
(Inevitable je).
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