noviembre 14, 2014

Por las mañanas

Casi un año después y me toca recorrer las mismas calles de camino al trabajo. Esa caminata matutina de una media hora hasta la parada de Villas y todo sigue prácticamente igual. El mismo perrito solitario en el garaje con cerámica, el mismo señor sin camisa que se asoma al jardín y chinea a sus perros que duermen sobre un sillón medio hecho mierda. El mismo súper chino que huele raro. La misma "Calle La Concordia  1999".

La distinta es esta, la que camina. Ahora en soledad total, porque decidió y porque no. Que aprovecha ese camino para llorar un poco sin que nadie moleste. Por ahora. Aunque hay un punto en particular cerca de la ULatina donde siempre se le saltan las lágrimas aunque no tenga muchas ganas. Habrá que ver cuánto dura. Ojalá menos.

Triste por ratos, porque hay que vivirlo, porque la vida es así. Por vos, que ya no dio para más por lo que fuera -perdonáme-. Por vos, que no quisiste ni siquiera darte un puto chance de nada -bien harías en irte al carajo-. Por la costumbre, la cotidianidad compartida, los rollos domésticos resueltos y no.

Por todo. 




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