Practicar el desapego siempre es un buen ejercicio. Sea por voluntad propia o más o menos impuesto. Digamos que nunca estará de más. Y eso también se agradece.
Por otra parte, el desinterés es mortal. Cuando se asoma, todo lo demás peligra. Y no suele haber vuelta atrás.
Las lunas de miel cada vez duran menos. Esta si acaso llegó apenitas al mes. Un leve bloqueo al fluir y a la intensidad. Puedo comprenderlo. A veces vuelo. No te culpo por detener lo que venía, cualquier cosa que fuera. Porque ni yo sabía -sé- qué esperar.
Desapeguémonos. Tal vez sea lo que "nos toca".
septiembre 01, 2015
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