febrero 04, 2009

No queda más que darle vuelta al reloj de arena

El reloj se detuvo justo a las 345 pm. del 3 de febrero.

Al ver el taxi perderse con vos camino al aeropuerto, con la certeza de que no volveré a verte, lo único que pude pensar reteniendo las lágrimas fue 'ahí va el amor de mi vida...' Y tal vez lo más triste es que se fue porque así lo quiso, porque así lo decidió.

Suspiro y miro para adelante, porque una no puede ni merece detener su vida por segundas personas, ni terceras, ni cuartas... Menos, lidiar con incapacidades ajenas que impiden amar, que impiden ser en dos, construir, soñar.

Ahora, no queda más que guardarme todo lo que tenía para darte en algún lugar un poco escondido, donde no se enmohezca pero tampoco perturbe. Mientras tanto.

La vida continúa.

"Visto de luto
por dentro y por fuera
porque ayer enterré mi amor por vos.

Lo acomodé en una cajita de madera
con nuestras iniciales talladas en la tapa
y le puse muchas flores
mientras mis ojos,
en invierno intenso,
buscaban el mejor lugar
para darle descanso.

Lo encontré en un rincón
junto a una planta en retoño
y llena de grises
coloqué una lápida que decía:
"aquí yace un buen amor".

Al voltearme
de despedida
las flores se habían abierto
y multiplicado.

Intrigada pregunté al sepulturero
el nombre de aquella planta mágica:

-un "no me olvides"- contestó."

Ana Eduarte, 'Desdoblando las esquinas'

2 comentarios:

NuBadi dijo...

Que dolor Marcia. Un abrazo y un silencio que te acompaña, pero que te dice que no estás sola

Lau Fu dijo...

Otro abrazo grande. L'amour retournera...