Tras un récord de no resfríos ni bronquitis molesta, sucumbí al invierno, las empapadas de camino a la universidad, la luna llena y el estrés de final de semestre. Recordaba a propósito que durante meses me enfermé a cada rato, y de ahí también recordaba que nunca había llorado tanto como en ese tiempo. Qué cosas. Parece que por ahora el no tener nada que ver con cosas del corazón me hace mejor a la salud. Ironías.
Y pronto cumplís años, también lo recordaba.
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