agosto 22, 2008

Casarse, matrimoniarse, unirse, juntarse

Una amiga me preguntaba un día si me gustaría casarme. Me quedé pensando, porque antes nunca me había cruzado por la cabeza, menos seguir esa costumbre tan patriarcal de casarme por la iglesia, en un vestido enorme, largo y blanco, caminando incomodísima hacia el tal altar y el tal padre mirando con cara de bobo y alistándose para echarse una perorata sobre la santidad del matrimonio, la obediencia de la mujer para con el hombre, y la ¿amenaza? de no poder separse nunca aunque se quiera, porque 'lo que dios ha hecho... bla bla' y 'hasta que la muerte los separe'. ¡Horror! No, eso nunca.

Pero debo confesar que, luego de darme de frente con el amor (¡!), la idea de inventar una especie de ceremonia, con intercambio de votos, alianzas y besos entre amigas y amigos posiblemente en una playa solitaria, no me resultó tan mala ni tan desagradable. Creo que al final algo de ese imaginario cursi, institucionalizado, y heteronormado cargo.

Y claro, habría que agregarle las incontables historias escuchadas, leídas, contadas por las amiguitas, la TV, las tías ..., de niña, sobre ese sueño 'de todas', de casarse de blanco y etc., o cuando hice la primera comunión y escuchabas a la gente decir a todas las niñas que estábamos en la iglesia 'ayyy pero si parecen novias, qué lindas'. O los juegos de muñecas, la casita, el matrimonio, las fábulas, las novelas, ¡todo el bombardeo!, diciendo cómo es la boda perfecta y cómo preparase para ella. Por supuesto no niego que para muchas mujeres el casarse sea su máximo fin en la vida, o uno de varios, y eso es válido.

Definitivamente creo que habrá que meter cabeza y buscar una forma 'alternativa', creativa, no-tradicional, de ruptura, para inventar una 'nueva forma' de unirse en el amor y no en la heteronomía.

¿Alguna idea?

1 comentario:

Anónimo dijo...
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